• La depresión cuesta 92.000 millones de euros al año en la UE, principalmente por pérdida de productividad, según el Informe de Expertos para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo.

• De los pacientes que están en esta franja, el  10% sufre un episodio depresivo al año , con una duración media de 35,9 días por episodio.

• El abordaje de los síntomas cognitivos de la depresión, tales como la dificultad de concentración, los olvidos frecuentes, la indecisión con dificultad para tomar decisiones y priorizar, y el procesamiento retardado (habla y respuestas lentas), son cruciales para la recuperación funcional del paciente en todas las esferas de su vida, incluida la profesional.

Jerónimo Saiz, Jefe de Servicio de Psiquiatría del  Ramón y Cajal de Madrid, y la Dra. Margalida Gili, decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares, en la presentación del “Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo”, en colaboración con Lundbeck.

El coste anual de la depresión en la Unión Europea se sitúa en 92.000 millones de euros debido, fundamentalmente, a la pérdida de productividad de los trabajadores.La depresión se asocia, además, con altas tasas de desempleo y bajas laborales. Así, esta patología mental se relaciona con un 19% menos de probabilidades de estar empleado o una disminución de los días trabajados en un año en torno a 7-8 semanas . Se estima que el coste total de la depresión en la UE constituye más del 1% del PIB . Y es que el 86% de los europeos que padece depresión está en edad de trabajar. Dentro de esta franja, el 10% sufre un episodio depresivo al añoi , con una duración media de 35,9 días por episodio.

El impacto de la depresión sobre la población trabajadora y, por tanto, sobre el tejido empresarial español, conlleva serias consecuencias profesionales, sociales y económicas en España. La depresión se relaciona con menor productividad, absentismo y presentismo laboral, mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades, ya sean mentales o físicas, incremento del uso de los servicios sanitarios, un mayor número de accidentes y jubilación anticipada. Así lo han puesto de manifiesto en Madrid el Profesor Jerónimo Saiz, Jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y la Doctora Margalida Gili, Decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares, en la presentación del “Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo”, en colaboración con Lundbeck.

El trabajado/a tiende a ocultar los síntomas de una enfermedad como es la depresión

La exclusión del mercado laboral, que con frecuencia provoca la depresión, potencia el estigma del paciente y la merma económica, algo que contribuye a su vez a rebajar su autoestima. Estos síntomas, unidos al aumento de incidencia del trastorno, sitúan a la enfermedad como un problema capital para la economía, ya que constituye una de las principales causas de baja laboral por incapacidad temporal y permanente. Según el Prof. Saiz, “a consecuencia de la crisis económica, la precariedad en el empleo y las posibilidades de ser despedido han aumentado, y el trabajador tiende a ocultar los síntomas de una enfermedad como es la depresión, especialmente por el estigma que aún hoy persiste de culpabilizar al enfermo de estarlo. Por tanto, vuelve el fenómeno del presentismo: el paciente está en su puesto de trabajo pero no es capaz de realizar las tareas que tiene asignadas porque la enfermedad no se lo permite. Trata de que no se le etiquete como un mal trabajador, pero su rendimiento no es bueno, esto incrementa su desvalorización y auto-reproche y constituye un problema”.

Tratar los síntomas cognitivos, vital para que el paciente recupere la funcionalidad

Aproximadamente, el 80% de la pérdida de productividad debida a la depresión puede atribuirse a una inadecuada capacidad en la ejecución de las tareas más que a la ausencia del puesto de trabajovi. En este sentido, se ha infravalorado la importancia de los síntomas cognitivos en la depresión, uno de los síntomas residuales más prevalentes que persisten tras la mejoría de la enfermedad pero siguen limitando la actividad habitual del paciente: dificultades de atención y concentración, de memoria, de toma de decisiones y planificación, de agudeza mental y velocidad de pensamiento.

Para lograr que las personas que padecen depresión puedan llevar una vida lo más normal posible, continuando con su actividad laboral, hay que tener en cuenta los síntomas cognitivos de la depresión. En esta línea, varios estudios han apuntado que con el tratamiento adecuado, los trabajadores pueden desempeñar con normalidad sus funciones. Esto implica un ahorro en bajas médicas y un incremento de la productividad, así como una mayor integración en la organización, este último aspecto clave para la recuperación de los pacientes.

El objetivo terapéutico de la depresión, en la actualidad, persigue que el paciente recupere la funcionalidad, de modo que pueda desempeñar las tareas de su día a día como lo hacía antes de la enfermedad.

Como explica el Prof. Saiz, “un paciente con depresión se puede reincorporar a su puesto de trabajo cuando se siente capaz de hacerlo, los síntomas de la enfermedad han remitido lo suficiente y ha recuperado sus capacidades básicas. En este sentido, los síntomas cognitivos tienen mucha importancia para la recuperación funcional del trabajador con depresión. Cuando hablamos de cognición muchas veces se piensa en temas muy generales pero también hay que hacerlo en aspectos concretos como la función ejecutiva, la capacidad para planificar, decidir, enfrentarse a situaciones… y todo esto también está condicionado por la pérdida que la depresión induce en estas facultades”.

Para la Dra. Margalida Gili, “la sintomatología cognitiva constituye un síntoma nuclear de la depresión. Con frecuencia la atención sobre las personas que padecen este trastorno se ha centrado en la tristeza y en la pérdida de placer por actividades antes vividas como satisfactorias. Sin embargo, investigaciones recientes muestran cómo estos síntomas cognitivos contribuyen en gran medida a la discapacidad que genera este trastorno”.

El objetivo terapéutico de la depresión, en la actualidad, persigue que el paciente recupere la funcionalidad, de modo que pueda desempeñar las tareas de su día a día como lo hacía antes de la enfermedad. Por ello, resulta crucial prestar atención a la presencia de síntomas residuales cognitivos, con el fin de detectarlos y tratarlos en beneficio de la calidad de vida del paciente, pero también de las empresas. No en vano, abordar correctamente la depresión y facilitar la reinserción redunda en la productividad empresarial. Y es que los costes de tratar la depresión son mucho menores que las consecuencias de no hacerlo.

Sin embargo, alrededor del 50% de los pacientes no llega a ser tratado correctamente. La clave del adecuado tratamiento de la depresión radica en la detección precoz, fundamental para el mejor pronóstico de esta enfermedad, caracterizada por síntomas afectivos, cognitivos y somáticos, además de con altas tasas de recurrencia y tendencia a la cronificación.

En Europa, se han diseñado y aplicado algunos programas en empresas con resultados positivos frente a la depresión.

¿Qué papel pueden desempeñar las administraciones y empresas?

Según pone de manifiesto el “Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo”, hasta el momento, no existen programas nacionales efectivos que se hayan destinado a mejorar el problema de la depresión en el entorno laboral. Uno de los motivos es que no se habían tenido en cuenta los enormes costes sobre el número de personas afectadas, las empresas y la economía en su conjuntoix. Sin embargo, parece evidente que las políticas públicas tienen un rol fundamental en combatir la depresión y el impacto social y económico que esta enfermedad provoca a la sociedad.

Como explica la Dra. Gili, “en Europa, se han diseñado y aplicado algunos programas en empresas con resultados positivos. El objetivo de estos programas se centra en promover la salud mental, apoyar a los trabajadores cuando puedan estar en situación de riesgo y enseñar a manejar los problemas de salud mental cuando estos aparecen. En España, hasta donde conocemos, no existen programas de este tipo que requieren un esfuerzo importante tanto económico como formativo, así como una continuidad en el tiempo, difícil de imaginar durante los últimos años de crisis”.

El grupo de expertos autor del informe cree que España tiene un gran potencial para convertirse en un referente en el tratamiento de la depresión en el ámbito laboral. Para ello, argumenta, son necesarias medidas que comiencen con la sensibilización entre decisores políticos, responsables sanitarios, empresarios y directivos de empresa, así como los propios pacientes. El regreso del enfermo a su actividad previa es también un momento crítico que requiere apoyo y flexibilidad.

Las instituciones, administraciones públicas y las empresas deberían concienciarse de que la depresión no es un problema del trabajador, es también un problema del empleador y como tal, deberíamos aprender el ejemplo del manejo de otros trastornos crónicos en el ámbito laboral, creando una estrategia de prevención y promoción de la salud, detección precoz del trastorno, intervención sobre el mismo y manejo de la discapacidad que genera. Todo ello, a partir de la evidencia científica publicada, que en estos momentos empieza a ser considerable”, afirma la Dra. Margalida Gili.

En este sentido, la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo (2015- 2020) establece que la mejora de las condiciones de trabajo contribuye a reducir el coste derivado de los accidentes laborales y las enfermedades profesionales y, así, debe servir de catalizador para aumentar la productividad de las empresas, el crecimiento económico, la generación de empleo y la mejora de la calidad de vida de los trabajadores. Este objetivo puede aplicarse también a la depresión en el entorno laboral.

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