Gorka Orive, profesor de Farmacia de la UPV/EHU y divulgador científico, sostiene que la peor de las opciones será «esperar sine die la segunda dosis de esta vacuna»
“Lo de AstraZeneca es una especie de pequeño culebrón”, sostiene a EL MÉDICO INTERACTIVO, Gorka Orive, profesor titular de Farmacia de la UPV/EHU y divulgador científico. Desde el principio de la pandemia se han registrado incidencia con esta vacuna, en el muestreo de datos, la polémica con la UE sobre las dosis acordadas… “Ha sido una relación tortuosa”, recalca. Con respecto al último capítulo, el relacionado con la administración de la segunda dosis, Orive señala que priorizar su administración en grupos esenciales nos ha llevado a la actual tesitura. “Siempre he participado de la idea de que las personas que recibieron su primera dosis de AstraZeneca debieran tener la segunda con la misma”.
Y es así, señala, porque lo recomiendan los ensayos clínicos, la ficha técnica, la EMA, “y porque los efectos adversos en la segunda dosis son mucho menores. Esta es mi apuesta”. En su opinión, ha fallado la comunicación de las autoridades sanitarias “para indicar a la población la inexistencia de estas vacunas para inmunizar a todas aquellas personas a quienes les había sido administrada la primera dosis”.
Lo peor, una dosis
“Antes de dejar a los vacunados con AstraZeneca sin recibir su segunda dosis sine die habrá que caminar por la vía heteróloga. La segunda opción es inocular con Pfizer antes de dejar a la población con una sola dosis. Porque esta sería la peor solución”, explica. Es consciente de que la mayor parte de los vacunados con AstraZeneca quieren que su segunda dosis sea de la misma marca, “pero como no se ha llevado el tema con claridad, mucha gente está sumida en una gran incertidumbre”.
La ciudadanía responde a la información que le llega y si esta te dice que si rechazas la de Pfizer te pondrán en lista de espera “y no te explican si será de días o meses, esto hará que cambien de opinión y opten por otra”. Porque, con razón, según indica el divulgador científico, “la gente tiene miedo a estar en una larga lista de espera. Como no se sabe cuántas vacunas llegarán, ni las fechas de entrega, la gente está inquieta”, asevera Orive.
Salud-economía
En ciencia, las prisas no son la mejores consejeras, pero la sociedad demanda resultados inmediatos. “En los países occidentales hemos montado un sistema de convivencia basado en la economía y ante una coyuntura como la actual se ha originado un debate entre salud y economía”. Aunque difícilmente puede haber economía si la salud se ve afectada. Pero, “al mismo tiempo, la ciencia y la innovación han dado una respuesta históricamente rápida en todos los sentidos. Y ha servido un poco para educar científicamente y en parte para educar globalmente a la población”, señala, en otro orden de cosas, Orive. En su opinión estamos conviviendo con el virus y equilibrando la economía. “Nuestro caso es diferente a otros países, porque aquí el turismo y la hostelería tienen un gran peso del PIB”.
Tal vez debiera de abrirse una reflexión, pero ahora esta es la realidad. “Los gobernantes han tenido que estar en continuo equilibrio, entre la dificultad de lo que les recomendaban los epidemiólogos pero teniendo en cuenta otras esferas sociales. No podemos esterilizar la economía. Esto está siendo un reto para la política”, subraya.
Desescalada progresiva
Con respecto al futuro más inmediato, señala que es evidente que las vacunas se están presentando como la solución, ¿pero hasta que el 70% de la población no esté vacunada no podremos relajarnos? “La desescalada tiene que ser progresiva”, responde.
“Según avance la vacunación nos relajaremos más. Los datos reales de Israel indican que cuando el 55%-60% de la población estaba con una o dos dosis, los resultados ya son espectaculares. Se estaba cortando la transmisión del virus. Y aquí estamos viendo lo mismo”, indica el profesor de Farmacia.
Aunque también es verdad que las vacunas están demostrando ser eficaces ante los episodios más graves de la enfermedad, señala que ”vamos a tener que acostumbrarnos a que haya picos más pequeños de crecimiento de los infectados, pero eso no se trasladará directamente a hospitalizaciones ni a fallecidos, sobre todo en la población inmunizada”.
Se refiere también al concepto de reinfección en la pandemia “que está siendo un espejismo”. La gente que se infectó en abril o marzo superó la enfermedad y “no estoy escuchando nada sobre continuas reinfecciones. Habrá que ver si las vacunas durarían lo mismo que la inmunidad natural o un poco más. Y observar cómo están inmunológicamente esas personas y los intereses de las farmacéuticas para pincharnos todos los años”.
Esterilizantes
Aunque se habla de que las vacunas esterilizantes harán que el antídoto perdure y aunque las que tenemos hasta ahora no lo sean, para Orive, según los datos, sí han demostrado su gran eficacia para bloquear la transmisión asintomática. “La gran pregunta será la duración de la inmunidad”, incide.
Entiende Orive que en los próximos meses, incluso semanas, podría empezar a relajarse el uso de las mascarillas en espacios abiertos. ”Cuando vacunen a los de 50 y 40 años y quede la población de 39 o menos. Cuando llegue al 65% la población que ya esté vacunada, creo será un buen momento para relajar la actual situación”.
En su opinión, la mascarilla ha sido nuestro gran aliado en esta pandemia, por lo que piensa que seguirá siendo útil para la población sensible, o de cierto riesgo. En invierno de cara a la gripe, para todos en centros sanitarios, en salas de espera de emergencias… “Hemos superado ya el umbral psicológico de poder usarla. No digo que se imponga, pero sí que su uso será razonable y recomendable para mucha gente y muchos lugares cerrados”, remacha.
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