• Helen International trabaja en programas que cada año llegan a 100 millones de personas en 21 países de Asia y África
• En todo el mundo, uno de cada cuatro niños menores de cinco años padece atrofia por malnutrición. El déficit de hierro provoca letargo, cansancio crónico y problemas de desarrollo cognitivo en la mitad de los bebes de entre 6 a 24 meses en países en vías de desarrollo
• Su programa de Producción Familiar de Alimentos arrancó en 1990 en Bangladesh y se dirige a mujeres de comunidades sin acceso al mercado laboral y alimentario con el fin de formarlas en técnicas que generan cosechas todo el año
Tres de cada cuatro personas de los países en desarrollo habitan en zonas rurales y en su inmensa mayoría se alimentan de lo que cultivan. Exclusivamente de sus productos. “Demasiado a menudo eso no es suficiente para una vida sana”, explica Kathy Spahn. Según Naciones Unidas, la malnutrición -definida como dieta que no aporta los nutrientes adecuados- es la principal causa de enfermedad en todo el mundo. De ahí el énfasis de las palabras de Spahn, presidenta de la Helen Keller International (HKI), Organización No Gubernamental al subrayar que la “¡La buena nutrición es esencial para el cerebro, para la educación, para acceder al desarrollo económico…!” Coincidiendo este año con el centenario de su existencia la Organización ha sido galardonada con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo, por combatir la malnutrición por medio de programas que llegan cada que llegan cada año a más de cien millones de personas de 21 países de Asia y África.
La malnutrición afecta a 2.000 millones de personas en el mundo, y cada año causa la muerte de 6,6 millones de niños y niñas menores de cinco años. Además, condena a quienes la padecen a un círculo vicioso de pobreza, enfermedad y más hambre. En todo el mundo cuatro niños y niñas menores de cinco años padece atrofia por malnutrición. El déficit provoca letargo, cansancio crónico y problemas de desarrollo cognitivo en la mitad de los bebés de entre 6 y 24 meses en países en vías de desarrollo. La falta de vitamina A debilita las defensas y aumenta en más de un 20% el riesgo de morir por malaria, diarrea o sarampión, a la vez que es la principal causa de ceguera infantil. “Nuestra organización quiere cambiar esa realidad llegando a los más vulnerables, a los más desfavorecidos, a los más difíciles de alcanzar”, subraya Spahn.
Helen Keller International llega a 54 millones de niños africanos
Uno de los logros de HKI, que celebra este año el centenario de su existencia, es hacer posible que 54 millones de niños y niñas africanos reciban dos veces al año complementos de vitamina A. Pero la organización, declara su presidenta, aspira a que “la capacidad de combatir la malnutrición esté en manos de los propios afectados”, y por eso promueve la creación de huertos familiares que mejoren la nutrición de las familias. El Programa Producción Familiar de Alimentos (Homestead Food Production), con sus cultivos nutricionales variados, se ha convertido hoy en “una de las principales herramientas para llegar a las comunidades con menos recursos”.
Estas técnicas incluyen gestión integrada de plagas, compostaje, rotación de cultivos y abono. Introduce además una selección más variada de frutas y verduras, en particular de especies ricas en micronutrientes esenciales como la vitamina A y el hierro, garantizando su disponibilidad en la dieta durante todo el año. A ello se añade la cría de aves de corral y animales pequeños de granja.
Helen Keller International (HKI) fue fundada en 1915 por Helen Keller y el empresario George Kessler para ayudar a los soldados que habían quedado ciegos en la I Guerra Mundial a causa del gas motzaza. Helen Keller (1880-1968) fue la primera mujer sordociega que obtuvo un título universitario
La primera sorda-ciega en obtener un título universitario
Helen Keller nació en 1880 en Alabama. A la edad de 19 meses quedó sorda y ciega por una enfermedad. Con siete años fue puesta bajo la tutela de Anne Sullivan, quien le enseñó a leer, escribir y comunicarse. En 1904 se graduó cum laude en el Radcliffe College de Massachusetts y se convirtió en la primera persona sordo-ciega en obtener un título universitario. A su vez George Kessler (1862-1923) fue uno de los supervivientes del hundimiento del Lusitania cuando fue torpedeado en 1915 por un submarino alemán.
Hoy en día HKI emplea a 800 trabajadores, en su gran mayoría naturales de los veintiún países en los que opera la organización. Y su foco no está solo en la ceguera, como explica su presidenta. “En los años cincuenta pasamos de tratar a gente ciega a intentar prevenir la ceguera, y eso hizo que nos involcráramos en la deficiencia de vitamina A. Pero queríamos un enfoque más completo, y así empezaron nuestros programas de enriquecimiento de alimentos con micronutrientes a escala industrial y el de Producción Familiar de Alimentos“, añade Kathy Spahn
En 2012, solo en Bangladesh -donde arrancó el primer programa piloto de Producción Familiar de Alimentos en 1990- esta iniciativa alcanzaba ya a 900.000 hogares y 4,5 millones de personas. Hoy se extiende a Camboya, Indonesia, Nepal y Vietnam, y a cinco países africanos: Burkina Faso, Costa de Marfil, Mozambique, Senegal y Tanzania. Una evaluación realizada por HKI en cuatro países asiáticos muestra que los hogares que lo ha adoptado cultivan, de media cuarenta y cinco variedades, frente a las diez de los huertos tradicionales, además de haberse reducido en ellos significativamente los casos de anemia y de ceguera infantil.
La organización estadounidense es pionera en la distribución eficaz de complementos vitamínicos, por lo menos dos veces al año, y su trabajo con agentes locales ha hecho posible que solo el año pasado 54 millones de niños africanos recibieran los suplementos de vitamina A que evitan la ceguera. En la actualidad la entidad mantiene activos 180 programas en 21 países, de los que se benefician alrededor de 100 millones de personas.
Apoyando a las mujeres
El Programa está dirigido a mujeres de comunidades sin acceso al mercado laboral y alimentario con el fin de formarlas en técnicas agrícolas avanzadas y respetuosas con el medioambiente, técnicas que generan cosechas más abundantes todo el año, y de especies escogidas por su riqueza en micronutrientes. Los huertos se completan con la cría de aves de corral, animales pequeños y, si es posible, pescado. Durante tres años HKI suministra semillas y otros recursos que después generarán los propios cultivos. El programa siempre se realiza en colaboración con las entidades locales. El trabajo de campo se basa “en escuchar a la gente, en realizarlo con equipos locales, no que llegue una organización internacional a decirles lo que tienen que hacer”, explica la presidenta de la organización.
Un caso conocido de la adaptación de los programas a las necesidades y cultura local sucedió en una comunidad de Nepal, donde tras constatarse el funcionamiento de los mismos, se pudo alimentar a los niños con huevo, algo no habitual entre los habitantes de la zona. “Lo que HKI hace es trabajar con la gente local, las organizaciones locales sobre temas que son propios”, aseveró Kathy Saphn.
Desde la concepción hasta los dos años
El principal objetivo es mejorar la nutrición desde la concepción hasta que el niño/a cumple los dos años, la ventana de los mil días, y por eso incluye educación nutricional en aspectos como la alimentación durante la gestación o la lactancia materna.
La evaluación de la Helen Keller International en los cuatro países asiáticos donde el programa lleva más tiempo muestra que los hogares que lo han adoptado cultivan, de media, 45 variedades, frente a las diez de los huertos tradicionales; y en ellos se han reducido significativamente los casos de anemia y de ceguera infantil. El programa incentiva a las familias al mejorar su situación no solo nutricional sino también económica.
Otra de las claves del proyecto de HKI es que involucra a las comunidades locales en su planificación e implementación, impulsa el empoderamiento de la mujer y la reducción de las desigualdades. “Nos dirigimos a las mujeres porque son ellas las que cuando tienen recursos sacan a la familia de la pobreza”, reconoce la presidenta de HKI, al tiempo que hace especial hincapié al señalar que no se ignora a los hombres. “En uno de nuestros programas en Bangladesh les invitamos a las lecciones de cocina y a participar de forma activa en la educación, y como resultado de su incorporación comenzaron a ayudar a las mujeres en los cultivos”, relato.
Kathy Spahn resalta cómo el lema de su fundadora – “Solos podemos hacer tan poco; juntos podemos hacer tanto”– les permitió el año pasado facilitar alimentos básicos reforzados con micronutrientes a 290 millones de personas en África; y que más de un millón de familias en el continente negro y Asia estén cultivando y comiendo alimentos más nutritivos “gracias a nuestro programa de Producción Familiar de Alimentos», sentencia.
Spahn es consciente de que el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento les ofrece una gran visibilidad, “que es uno de los objetivos que nos habíamos propuesto”.
Porque la Salud es lo que importa…Pon #Saludentuvida
6 Replies to “«La malnutrición condena a quienes la padecen a un círculo vicioso de pobreza y más hambre»”
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