Entrevista a José Lara, médico de la Vuelta Ciclista a España

Nekane Lauzirika vía #RevistaElMédico

José Lara es traumatólogo en Urgencias del Hospital de Basurto, pero desde hace más de 20 años es también uno de los médicos que custodian la salud y la integridad de los cerca de 200 corredores que cada año intervienen en la Vuelta Ciclista a España. Aunque aficionado al ciclismo, “como la mayoría de la gente en el País Vasco”, entró en el equipo por casualidad. “Mikel Martínez, ya jubilado, era mi jefe en Urgencias y médico personal de Enrique Franco, uno de los dueños de Unipublic, la empresa que asumió la organización de la Vuelta Ciclista a España cuando lo dejó la anterior. Él iba de invitado, porque tenía amistad con los anteriores médicos, y cuando se jubilaron Félix Cabeza y Fernando Astorqui, Enrique nos llamó a Mikel y a mí para ir. Así empezamos y así seguimos; muy a gusto, porque es un trabajo que llega a apasionarte, aunque también hay que reconocer que es muy duro”, explica el doctor Lara.

¿A dónde llegó antes, al ciclismo o a la Medicina?

Primero a la Medicina, porque toda mi vida, desde niño, he querido ser médico. He sido médico vocacional al cien por cien. No tenía otra idea en la cabeza más que ser médico. Además, me gustaba la Traumatología. Tal vez porque he tenido lesiones traumatológicas desde chaval. Jugaba a hockey sobre patines en el colegio y me daban muchos golpes, se me salía el hombro y me lo metía yo. Después llegó lo de ser médico de ciclismo, por casualidades de la vida, y estoy encantado. Lo pasamos bien, pero trabajamos mucho porque es duro, no es ninguna broma. Pero sí, primero vino la Medicina y luego la afición al ciclismo.

¿Desde cuándo participa en carreras como médico, concretamente en la Vuelta a España? ¿También en la Itzulia/Vuelta Ciclista al País Vasco?

Desde hace más de veinte años también vamos a la Vuelta Ciclista al País Vasco, por amistad. Uno de los organizadores, Javier Riaño, director técnico de la Vuelta y uno de sus directores médicos durante mucho tiempo, es amigo, al igual que Julián Eraso. Cuando por distintos problemas se quedaron sin equipo médico nos animaron y así comenzamos también. Ahora también hacemos la Vuelta Ciclista a España femenina más la Itzulia masculina y femenina. Nos arreglamos como podemos, porque todo esto lo hacemos en nuestras vacaciones, en nuestros días libres. Al final son muchos días y la familia requiere también nuestra presencia.

¿Son muchos los médicos en la Vuelta Ciclista a España?

Actualmente estamos Mikel Martínez y yo, que somos los más antiguos. Después se incorporaron Tomás Rodríguez, anestesista y jefe de sección de Reacar, y Luis Ortiz Vigón, que es traumatólogo de Urgencias, compañero mío de toda la vida. Luego entraron José Vázquez, jefe de Urgencias del Hospital de Urduliz, en Vizcaya, e Iñaki Torre, reumatólogo y superaficionado al ciclismo. Posteriormente se incorporó Álvaro Ortiz, que es compañero nuestro de Urgencias, y otros dos más, Pedro Sanz y José Juan, que son de Pamplona y anteriormente se dedicaban al antidopaje. Cuando quitaron el médico del antidopaje, porque no tenía mucho sentido un médico en el autobús para ver cómo hacían pis los corredores, han puesto otro personal y, tras hablar con Javier Guillén, director de la Vuelta, se incorporaron con nosotros, porque antes íbamos solo dos coches en la carrera y era un problemón.

¿Qué pasaba con solo dos coches médicos?

Que el pelotón se quedaba sin asistencia. Si había una caída el pelotón se queda sin cobertura médica. Al final vamos tres y lo tenemos mejor organizado. Ahora la asistencia la hacemos con tres coches médicos y cuatro ambulancias, el primer coche va por delante del pelotón, por si cuaja una escapada, otro por detrás y el tercero cubre las incidencias. Si hay un corredor que precisa un traslado, como hay un coche con dos médicos, uno de ellos se puede ir con el corredor a alguno de hospitales concertados de las ciudades donde acabamos. En ocasiones hemos usado un helicóptero, pero es algo excepcional para casos graves.

En la carrera marcha un tropel centenario. ¿Atienden también a todos los miembros de la caravana?

Nuestra obligación es ser médicos de carrera, lo que pasa es que al final hacemos de todo. Si hay un cámara de televisión que se ha caído o alguien que está con fiebre o malestar, pues le echamos una ojeada. Pero nuestra labor fundamental es la carrera, aunque cada equipo tiene sus médicos. Llevan no solo un facultativo, sino por suerte dos o tres médicos.

¿Los equipos más potentes tienen su propio grupo sanitario, entonces?

Todos tienen sus médicos. Pero nuestra labor se amplía un poco porque si alguien se tuerce un tobillo, tiene fiebre o le duele la garganta, nos consulta. Es lo normal, no dejamos de atenderles porque solo seamos médicos de la carrera. Además, el ambiente es muy bueno, algo lógico porque compartimos hotel siempre con la dirección médica, con los periodistas… Con Pedro Delgado y Carlos de Andrés, por ejemplo, estamos todo el día. Llevamos 20 años con ellos compartiendo desayuno, comida y cena. Nos conocemos todos y tenemos una buena amistad.

¿Qué nivel asistencial prestan en la carrera?

Fundamentalmente somos las Urgencias. Nosotros lo que vemos es al ciclista cuando se ha caído al suelo. Cuando hay diez corredores en el suelo, lo primero es valorar quién es el que más necesita asistencia, porque muchas veces se están levantando unos, bajando los mecánicos… hay un revuelo, un caos tremendo. Eso hay que vivirlo, porque cuando hay una caída aislada se atiende fácil, pero cuando hay una múltiple, se amontonan mecánicos con bicicletas, coches parados, unos corredores en el suelo, otros levantándose… y en esos momentos hay que decidir a quién atender e ir al que está en el suelo y más se queja.

¿Qué es lo que más les solicitan los corredores?

Suelen acudir a nosotros porque les ha picado una avispa, nos piden crema para el sol; cuando tienen un poco de fatiga y tienen permiso para lo que podamos darles, nos piden un poco de Ventolin, y si tienen un poco de dolor le das un ibuprofeno. En fin, hacemos de todo. A esto hay que añadir que las curas en carrera no son nada fácil. Vas curando a un corredor corriendo junto al coche y no les puedes dejar a tres kilómetros del pelotón, así que tienes que ir metiéndole caña al coche, a 60 kilómetros por hora, él agarrado al coche y tu curándole erosiones en el muslo, en el codo, que es lo que más tienen, golpes en la espalda, poniéndole desinfectante, pomada, vendas, etc.

Entonces, lo que más se atiende a los ciclistas es…

Lo que más, erosiones, abrasiones y heridas, porque se deslizan por el asfalto y se hacen unas averías que no sé cómo se vuelven a montar en la bicicleta. Hace poco un compañero tuvo que parar en la Vuelta al País Vasco e intubarle a un ciclista, porque tenía un traumatismo torácico y estaba haciendo ya apneas y eso le salvó la vida. Gracias a Dios son casos aislados, lo normal son caídas con erosiones, abrasiones, magulladuras y heridas abiertas. He dado puntos y grapas desde el coche ni sé cuántas veces. Les tengo que coser en marcha porque no se les puede dejar con la herida abierta. Recuerdo a Roberto Heras, el que ganó la Vuelta a España en 2004, que le tuve que dar como diez grapas en la pierna derecha y luego ganó la Vuelta superando a su rival, el estadounidense Lance Armstrong.

¿Entre el fármaco y los estimulantes ilegales la línea es muy fina? ¿Los médicos tienen que ser también buenos conocedores de la ley?

Nosotros no damos nada que no sea lo más simple: antiinflamatorios e ibuprofeno, como mucho piroxicam y luego paracetamol. No damos más, para nada. De la lista que había antes hemos quitado el 90 por ciento. Llevamos cuatro cosas, colirios, algo para la diarrea y algún analgésico. Otra cosa es la ambulancia, que sí va perfectamente equipada en todos los sentidos. Y si hay que hacer un traslado, se pone al ciclista lo que sea necesario. Pero en carrera prácticamente nada, porque, por supuesto, somos conocedores de la ley para que luego no nos hagan responsables de nada. En eso, por supuesto, tenemos muchísimo cuidado.

En las carreras le habrán sucedido numerosas situaciones impactantes.

He atendido muchas fracturas, luxaciones, pero no podría decir cuál me impactó más. Quizá la que más me fastidió fue la de Igor Antón, que era de Galdakao (Vizcaya). Iba para líder de la Vuelta Ciclista a España, se cayó y se rompió el codo y le tuve que decir que no podía seguir, que había que ir al hospital para operarle. De esas, he visto bastantes. Otras situaciones impactantes son las hipotermias. En algunas bajadas de puertos los ciclistas a veces no podían ni hablar a causa de las hipotermias. En setiembre, en Andorra, todos están muertos de frío al bajarse de la bicicleta, pero no he tenido sensaciones de “este se me muere”, afortunadamente no. Tienen dos factores a su favor, que son jóvenes y muy sanos.

Tras una caída, ¿su tendencia es volver a subirse a la bici?

Sí. Tras la caída tienden a subirse a la bici y seguir. Cuando les asistimos ponemos el coche cruzado para que no nos arrollen. Tenemos que decidir si su vida corre peligro o no, y si hay suturas, por lo general se les cita al concluir la carrera.

¿Algún momento que recuerde por su peligro?

Hay muchos, pero me acuerdo de uno cuando bajábamos de Sierra Nevada a toda velocidad y se cayó un cartel y no se les enganchó el cable por metros. Los ciclistas son duros.

¿Los corredores son deportistas muy sufridos?

Muy sufridos. No se quejan. No puedo entender cómo pueden salir a la carrera con lesiones impresionantes en la cadera, en los hombros, en la espalda. Tienen todo el cuerpo lleno de vendas, pero al día siguiente están en la salida.

¿Por qué se pone el foco más potente sobre el dopaje en el ciclismo? ¿Tal vez porque es muy duro?

La verdad es que no sé porque les tienen más controlados. Ahora ha bajado un poco la presión sobre ellos, pero hubo una época, hace unos diez años, que había una especie de corriente por la que no les podías dar nada para mitigar cualquier dolor que tuvieran. Recuerdo que entrenando una contrarreloj en Zaragoza al ciclista italiano Vincenzo Nibali le picó una avispa en el ojo y no se le podía dar nada, ni corticoides, ni ningún medicamento. Mikel Martínez, que era internista, le buscó algo en Zaragoza para ponerle en el ojo, pero nada del normal corticoide muscular, porque no le podíamos dar nada. Eso ha cambiado un poco, pero hubo una época de “nada de nada”. Comparados con otros deportistas, al ciclista lo tienen mucho más vigilado, como ejemplarizante en el deporte. Me pregunto por qué no se les vigila tanto a los profesionales del fútbol, del baloncesto o del rugby americano, que parecen tener carta blanca y se les controla mucho menos. No les puedo dar ni tramadol, cuando en la vida diaria se le receta a cualquier persona con dolor. Lo comento porque recientemente a un ciclista que ahora está en Movistar le echaron de la vuelta por el tramadol, que es un analgésico corriente.

¿Le produce muchas satisfacciones ser médico de la Vuelta?

Sí, son muchos años, hay amistad y tiene sus momentos divertidos y muy agradables. Si vamos es por afición, porque nos agrada el ambiente y lo pasamos bien. Hay mucho trabajo y a veces soportamos situaciones complicadas y estresantes. Además, como ya he comentado, es un tiempo que quitamos a nuestras vacaciones. Tenemos jornadas de 10 horas, desde la hora larga hasta la salida, las cinco horas de carrera, más luego desde donde acabas has de pasar por la permanente y dar los partes para ir después al hotel. Sí, es duro, pero compensa; aunque si no te gusta, evidentemente, no vas.

¿Qué recomendaría sanitariamente a alguien quisiera participar en una carrera ciclista o, por ejemplo, hacer una ruta como la Vuelta Ciclista a España?

Que lo haga, pero con más tranquilidad que los profesionales; que escogiera las etapas bonitas, porque hay algunas que son poco vistosas. Hay quien hace la vuelta, pero no dentro del circuito oficial, tiene que ir a su aire y con el tráfico abierto no tiene nada que ver. A mí, hacer una etapa me parece bonito, pero no tengo la capacidad física de hacer 200 kilómetros, como mucho 60 o 70, no más. Es admirable que ellos hagan 225 kilómetros y al día siguiente dos puertos de primera. Han de estar muy bien físicamente para hacerlo.

¿Los médicos hacen toda la Vuelta completa o se la reparten?

Somos un equipo y llevamos muchos años juntos haciendo dos equipos repartiéndonos la carrera. Yo solo he hecho la Vuelta entera un año, con Mikel. Se me hizo un poco larga. Los que hacen la primera parte van dos días antes para preparar las ambulancias y los medicamentos. Normalmente yo realizo la segunda parte, los últimos días hasta que acaba en Madrid.

¿Cuándo se jubile seguirá como médico de la Vuelta?

Con 67 años ya estoy en la segunda prórroga de Osakidetza y teóricamente a los 68 años me jubilo, pero creo que no hay ningún problema para asistir a la Vuelta, aunque me jubile, pero ya veré. Tengo una hija de 17, otro de 15 y otro de 29 y mi mujer también trabaja en el hospital y todos me demandan que pase con ellos unos días. Además, tengo mis aficiones; soy pescador, llevo toda la vida esquiando y tengo que sacar tiempo para todo. Pero sí, probablemente continúe como médico de la Vuelta.

Porque la Salud es lo que importa #PonSaludEnTuvida