Desde que tenía cuatro años supo que quería ser bióloga. Nadie en su familia se había dedicado a la ciencia. Su padre, que murió cuando ella tenía 12 años y Su madre, que no pudo concluir sus estudios fue la que inculcó a los cinco hermanos el estudio. Les transmitió eso de “tú vales, pero debes esforzarte; el valor viene después del esfuerzo”, reconoce Nuria Montserrat
N. Lauzirika vía revista #ON Grupo Noticias
“Tengo mucha suerte, porque hago lo que me gusta. La carrera científica, por muy difícil que sea, por mucho cansancio que genere, si te gusta, compensa”, comenta la investigadora antes de realizar la conferencia de apertura del curso académico 2024 de la Real Academia de Medicina del País Vasco sobre Regeneración de órganos: ¿Jugando a ser dioses?
Al hablar de regeneración de órganos, ¿hablamos de inmortalidad o más bien de curar enfermedades?
Hablamos siempre de intentar restaurar o reemplazar tejidos o partes de tejidos que se han visto comprometidos en el transcurso de una enfermedad o también debido a un traumatismo; es decir, un ámbito que lo que pretende es regenerar para sanar.
Desde 2006 y las IPs de Shinya Yamanaka, ¿se ha avanzado más rápido o más lento de lo esperado en la regeneración de órganos?
El ámbito de estudio de Yamanaka nos abrió una oportunidad sin precedentes para poder generar ex novo estructuras celulares o tisulares a partir de células artificiales que se generaban con su famoso procedimiento Yamanaka. La primera década estuvo muy centrada en entender el proceso, en cómo el investigador transformó una célula totalmente inválida para poder ser reprogramada, por ejemplo, un fibroblasto, hasta poner su reloj biológico a cero y reprogramarla en la línea deseada. Ha sido un trabajo arduo en el campo de la biología celular el entender los mecanismos de reprogramación somática; ahora, a partir de este conocimiento es cuando estamos empezando a ver realmente el fruto de manipular esas células para generar estructuras celulares nuevas.
Entre crear líneas celulares y regenerar órganos nuevos hay un salto cuantitativo, pero sobre todo cualitativo. ¿En qué nivel de investigación está este salto, en nivel animales o ya en humanos con seguridad?
Los estudios de Yamanaka llegaron incluso a ensayo clínico, a fase 1 con una aplicación muy concreta, con regeneración en retina; de manera global, a escala mundial hoy en día hay incluso varios ensayos clínicos utilizando células reprogramadas para aplicaciones muy concretas como diabetes, etc. Se ha hecho mucho trabajo preclínico para asegurar que el procedimiento sea seguro y con eficacia en modelos más grandes, en modelos de cerdo, etc. Pero todavía hay poco trabajo llevado a cabo en humanos y, de hecho, el estudio de Yamanaka se paró después de la fase 1 porque tuvieron problemas en algunos de los pacientes que habían recibido la terapia, no relacionados con la terapia en sí, sino con otras patologías de base que tenían esos voluntarios en ensayo clínico, lo atenuó la velocidad de los experimentos.
Para generar un órgano trasplantable, ¿de dónde extraen las células madre, del mismo individuo, de un donante emparentado, compatible…?
En el ámbito de investigación básica, porque nosotros todavía no hacemos terapia en un paciente; ahora estamos abordando la pregunta con células ajenas al propio individuo, para trabajar con ellas y generar microórganos en el laboratorio y llevarlos primero a un modelo animal. Es decir, no son células del propio paciente; estamos muy lejos de hacer un autotrasplante; lo que ahora estamos intentando hacer en el campo de los organoides o de los microórganos es primero comprobar que los procedimientos son reproducibles, seguros, y por ahora utilizando células que no son del propio paciente.
Entre un trasplante alogénico de un órgano y un autotrasplante, ¿cuáles son las ventajas y cuáles las desventajas?
El trasplante autólogo, en el cual el paciente es su propio donante, tiene unas ventajas que van muy relacionadas con ese comportamiento del órgano trasplantado de por vida. El paciente, al ser el propio donante, no tiene posibilidad de rechazo y para la vida del paciente y su entorno es un contexto muy favorable. En un entorno alogénico, en el cual el donante no es el propio paciente, existen riesgos asociados a esa terapia de trasplante y el paciente debe recibir inmunosupresión y asumir una serie de riesgos que se asocian a este escenario; el trasplante salva vidas sea en un contexto alogénico o autólogo.
¿Qué órganos son los más asequibles para regenerar? ¿Con cuáles se está ya trabajando, riñón, pulmón, hueso, músculos…?
En los laboratorios de investigación se está trabajando en hígado, ya que es un órgano que, por defecto, de manera autónoma tiene capacidad regenerativa; nosotros trabajamos en riñón, que quizás sea uno de los peores ejemplos, ya que es un órgano muy complejo con muchísimas células distintas, con una morfología y una anatomía muy compleja. Pero sí que en el ámbito de ciencia básica se ha trabajado y realizado mucha inversión en hígado y en corazón tratando de regenerar partes de esos órganos con células parenquimales. Ahora con las células madre pluripotenciales se abre una ventana diferente.
Las células del sistema nervioso y sobre todo del cerebro están en la cúspide de la especialización, ¿será posible regenerar neuronas y órganos el sistema nervioso?
A mí siempre me da mucho respeto hablar de lo que no conozco en profundidad. Estoy lejos de comprender el sistema nervioso, pero sí que es verdad que las neuronas fueron un tipo de células que se deseaban obtener ya desde el principio, cuando se empezaron a generar células embrionarias en los laboratorios, células pluripotenciales inducidas con el protocolo de Yamanaka, con el que se han creado muchos procedimientos para generar neuronas de muchos tipos, incluso órganos cerebrales. Mis colegas que trabajan en este ámbito ven todavía muy lejano esta aplicación.
“Regenerar todos los órganos, incluido el cerebro, es una distopía”
Si se pudieran crear/regenerar todos los órganos, incluido el cerebro, ¿no estaríamos en puertas de una especie de inmortalidad? ¿O es pura ciencia ficción, quizá distopía?
Creo que es una distopía que va muy relacionada en cómo es el ser humano, que tiende a soñar, y a soñar en grande. Quizá haya cosas que suenen a Frankenstein, pero cuando las trabajas de manera conjunta, como ahora se trabaja en ciencia, en equipos multidisciplinares con colaboradores de todo el mundo, con miradas distintas, con tecnologías diferentes, los avances vendrán más pronto. No tanto como para generar un órgano entero o un ser completo, pero sí para pensar que podemos llevar esas tecnologías regenerativas celulares a aplicaciones muy completas, por ejemplo, en medicina de precisión.
Frente al distópico mundo feliz de Huxley, el futuro próximo inmediato aplicado de la regeneración de órganos ¿qué objetivo clínico busca, curar enfermedades, recuperar funciones, aliviar dolores?
Creo que las tres áreas que has comentado son dianas de la medicina regenerativa, sobre todo en la última década, donde estamos viendo muchas aplicaciones para medicina de precisión o medicina personalizada con una farmacología dedicada a ese paciente concreto, en cómo entender una enfermedad o testar fármacos. De hecho, hoy en día vemos trabajos de investigadores españoles que crean organoides de pacientes de cáncer de colon muy reacios a todos los tratamientos farmacológicos, en los que pueden testar una batería de fármacos nuevos y combinados sin tener que experimentar directamente en el paciente. También, en el ámbito de la regeneración, se está viendo cada vez más interés en llevar esos organoides o microorganos al contexto más real posible del trasplante, por ejemplo, en la enfermedad de colon inflamatorio.
¿Será posible generar un nuevo páncreas que produzca insulina? ¿En años, en décadas tal vez?
Dependiendo de la aplicación estamos más lejos o más cerca. En páncreas ya se están haciendo ensayos en fase 1 para generar pequeños corpúsculos celulares que produzcan insulina y poder ser trasplantados en paciente de diabetes tipo 1; en cardiología cada vez hay más aplicaciones en ingeniería tisular regenerativa; tenemos ya pacientes que están trasplantados con válvulas cardiacas formadas en oveja a partir de células del paciente previamente desnuclearizadas e implantadas después ya regeneradas en el propio paciente. Es un abordaje distinto; hablamos de ingeniería tisular, aunque será la combinación de diferentes técnicas y disciplinas la que va a marcar la evolución de la regeneración y trasplante de órganos, quizás no en cinco años, pero sí en diez.
¿Los cuatro corazones con freno y marcha atrás de Jardiel Poncela son ya más cercanos a la realidad que ficción teatral, o no existe elixir para la eterna juventud?
Poncela estaría maravillado con las posibilidades que hay hoy en día de regenerar tejidos de nuevo, de generar desde cero estructuras que se parecen a nuestros órganos reales, aunque todavía sean muy minúsculos, incipientes y algo inmaduras; pero que en 20 días nuestros investigadores puedan generar células capaces de latir en la placa de cultivo o pequeñas microestructuras que se asemejan a un hígado o a un riñón; creo que eso no dejaría de sorprenderle y maravillarle. Pero nos formularía las preguntas que también nosotros nos planteamos en el laboratorio: qué estamos haciendo, para qué y por qué; y en las investigaciones que hoy en día realizamos debemos abordar estas preguntas hasta encontrar maneras de contestarlas de manera eficiente y ética. Aquí es donde hace falta una mirada como la de Jardiel, para ver si realmente las combinaciones de investigaciones que estamos utilizando son las que tenemos que usar y reformularnos siempre estas preguntas, para qué y por qué, y si la forma en la que lo estamos haciendo es la única manera en la que pueden abordarse preguntas como estas.
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