•Los síntomas cognitivos tienen un elevado impacto en el entorno laboral al ser causa de absentismo y de pérdida de productividad

•El estigma de la depresión  se traduce en las enormes dificultades que tienen los pacientes para comunicar su situación a sus compañeros de trabajo a sus jefes más inmediatos, a su enorno

•Una de cada tres personas (30,1%) reconoce que no comunicará en la empresa que padece depresión

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Cerca de un 90% de trabajadores en España considera que la depresión afectaría a su rendimiento laboral, pero tan solo un 36% de ellos cogería la baja médica si sufriera esta enfermedad  y casi uno de cada tres no lo comunicaría en su trabajo, según se desprende del Estudio de Opinión Lundbeck “La depresión y la ansiedad en el entorno laboral”, realizado por Ipsos Public Affairs, y presentado en el marco del XIV Seminario Lundbeck “La letra pequeña de la depresión”, celebrado en Ibiza y en el que expertos en psiquiatría han debatido sobre este trastorno

La depresión es un trastorno mental grave que tiene una prevalencia alta (afecta a entre un 8 y un 15 % de la población adulta) y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la principal causa de discapacidad en el mundo occidental.  Esta enfermedad representa la principal causa de pérdida de productividad laboral, discapacidad y jubilación anticipada en Europa. Se trata del problema de salud mental predominante entre las personas en edad laboral.

Sin embargo, la percepción que tienen los trabajadores españoles sobre esta dolencia y su impacto en el entorno laboral arroja cifras como que casi una de cada tres personas (30,1% ) no comunicaría en el trabajo que padece depresión, mientras que quienes sí lo harían compartirían esta información, en mayor medida, con un superior (58,1%) que con los compañeros de trabajo (45%).  Sin olvidar, además, que casi el 40% no sabe si se lo comunicaría a alguien en la empresa.

Los colectivos que en menor medida cogerían la baja serían mujeres, contratados a tiempo parcial, trabajadores de empresas pequeñas de hasta 50 empleados y los mayores de 55 años. Además los expertos se refirieron al círculo vicioso  crisis-salud mental. “Estos problemas se relacionan con la deprivación, la pobreza, la inequidad y otros determinantes socioeconómicos de la salud”. La crisis económica son, por esta razón, generadoras muchas veces de alto riesgo de bienestar mental de la población y afectan tanto a la comunidad como a sus familias.

Para el doctor Miquel Roca, de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Juan March de Mallorca y profesor de la Universidad de las Islas Baleares, el motivo es que «el estigma de las enfermedades mentales sigue siendo un tema pendiente, sin resolver, en el que cuesta muchísimo dar pequeños pasos;  la depresión es un ejemplo claro. El estigma envuelve a los pacientes con trastornos mentales, a estas enfermedades en su dimensión pública, a la propia psiquiatría y a sus medidas terapéuticas. En el entorno laboral ello se traduce, como han demostrado otros estudios, en enormes dificultades de pacientes con depresión para comunicar su situación a sus compañeros de trabajo, a sus jefes más inmediatos, a su entorno, etc».
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Políticas frente al estigma en ambiente laboral, estudiantil

¿Cómo combatirlo?  Según Roca “necesitaríamos políticas muy activas contra este estigma en ambiente laboral, estudiantil…, es una empresa a largo alcance que las Sociedades Psiquiátricas están tratando de dinamizar.  Se trata de más ni más ni menos, que e exigir que se equipare la atención y la asistencia de los trastornos mentales   a otras enfermedades médicas, así como los fondos dedicados a la investigación”.
En España, la depresión constituye una de las principales causas de baja laboral por incapacidad temporal y permanente. Pero aún sin baja laboral, se asocia a pérdidas significativas de la productividad, incluso por encima de la mayoría de las enfermedades crónicas.
El doctor Roca apostó por poner en marcha planes de prevención de la depresión en el entorno laboral, así como por focalizar en atención primaria el riesgo para personas en edad laboral. Los planes demandados por el especialista irían “en la línea de algunos países que han entendido el enorme impacto económico de la depresión: costes directos e indirectos, bajas laborales, personas que siguen trabajando en situación depresiva, etc”.

De hecho, de los 92.000 millones de euros en los que se estimó el coste de la depresión en la Unión Europea en 2010, el 58,6 % correspondió a costes indirectos.

En el Seminario Lundbeck dirigido a periodistas, los psiquiatras han coincidido en que la depresión «es mucho más que estar triste; es un estado de ánimo permanente», algo que muchas veces ni siquiera los médicos de atención primaria entienden.

DSC_2092 Ésta es una de las razones de que exista infradiagnóstico (solo son diagnosticados entre el 40 y el 50 % de los que acuden al médico de atención primaria), lo que significa que no se trata de forma adecuada «generando sufrimiento a quienes la padecen y a su entorno más cercano».

En este sentido, el doctor Roca, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría, mostró su convencimiento de que los médicos de familia cada vez están más sensibilizados, pero no pueden detectar una depresión en los poco más de 4 minutos de los que disponen para atender a cada paciente.

«¿Podríamos admitir que el 50% de los pacientes diagnosticados de cáncer no estuvieran tratados?», se preguntó el experto mallorquín. Por ello, desde las sociedades científicas se está valorando la posibilidad de presentar a los partidos políticos un documento de mínimos.

Para el doctor Guillermo Lahera, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares e Investigador en el Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria en el Cibersam, cuando tienes depresión «te bajan las baterías», como ocurre con los móviles. Pero “la sociedad o se puede permitir que un 10% de la población esté en riesgo de sufrir depresión y menos los infradiagnósticos tan elevados que tenemos, porque dejar de tratar de una depresión provoca muerte neuronal en el paciente”.

El profesor Bousoño ha incidido en que es una enfermedad grave, «exactamente igual que otra» y aseguró que, además de que en muchos casos acaba en suicidio, también puede empeorar el pronóstico del cáncer y el sida y está asociada a un mayor riesgo de desarrollar patologías cardiovasculares o diabetes.
Este psiquiatra advirtió de que la depresión «es una epidemia que va a más», al tiempo que lamentó la falta de campañas de prevención y la escasa atención por parte de las autoridades sanitarias. Asimismo  se refirió a los fasos mitos existentes sobre los antidepresivos, al miedo que tiene la gente a tomarlos, “cuando está demostrado que no generan dependencia y casi no tienen efectos secundarios”.DSC_2079

A juicio de Bousoño, lo ideal para los pacientes con trastornos psiquiátricos sería  la combinación de tratamiento farmacológico con psicoterapia, “pero en estos momentos en la sanidad pública es imposible por el elevado coste que supone”, reconoció, al tiempo que se lamentó de las altas tasas de diagnósticos incorrectos, así como de las elevadas tasas de recaídas.
Existen estudios que demuestran que la depresión se asocia con una disminución de las funciones cognitivas (falta de atención o de memoria), que se mantiene una vez que los pacientes se recuperan. Y aunque estos síntomas no son tan manifiestos como la tristeza, la desesperanza o la culpa, «sí impiden que el paciente vuelva a su vida normal», remachó el doctor Lahera.

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