Algunos hombres temen perder la erección a causa del tratamiento del cáncer de próstata, “pero la terapia focal destruye el tumor con un mínimo impacto funcional”, explica Claudio Martínez- Ballesteros, especialista en Patología Prostática.
El cáncer de próstata afecta mayormente a hombres en edad avanzada a partir de los 50 años, porque su principal factor de riesgo es la edad, pero, aunque es el cáncer más prevalente en hombres, el 90% se detectan en fases localizadas y en el 95% de los casos se consigue la remisión completa de la enfermedad a los 15 años.
“Este tumor no es especialmente letal, pero, si se diagnostica tarde, puede tener impacto funcional. Existe la posibilidad de perder la erección o tener problemas de micción crónica”, sostiene el doctor Claudio Martínez-Ballesteros, especialista en Patología Prostática y Uro-oncología de LYX Instituto de Urología.
La buena noticia es que, en los últimos años, los especialistas disponen de alternativas terapéuticas, como el tratamiento focal del cáncer de próstata, que mantiene la función sexual y la continencia del paciente con cáncer de próstata.
Aunque la edad fundamental de presentación de esta enfermedad se sitúa por encima de los 65 años, Martínez- Ballesteros recomienda realizar un screening dirigido a los hombres a partir de 40 años que tengan antecedentes familiares de primer grado de cáncer de mama o próstata, ya que la herencia es el principal factor de riesgo.
“En las últimas dos décadas, la prueba del antígeno prostático específico (PSA), prácticamente de rutina, ha logrado que haya muy bajo infradiagnóstico y tres cuartas partes de los casos que se detectan se hacen en enfermedad absolutamente localizada, ni siquiera localmente avanzada, y, generalmente, es de riesgo bajo o intermedio”, explica el especialista. No obstante, “todavía se sigue viendo que entre 1 y 1,5 de cada 10 casos de cáncer de próstata son avanzados e incurables”, alerta.
Acudir a la consulta
A diferencia de las mujeres que hace años asumieron la necesidad de hacerse revisiones ginecológicas periódicas, todavía muchos hombres se resisten a acudir a una valoración urológica. El motivo, según Martínez-Ballesteros, es el miedo al tacto rectal “cuando realmente no es una herramienta de exploración habitual, ya que es muy subjetivo y hay muchas variables que hacen que falle frecuentemente”.
Cuando el varón acude a consulta, el urólogo hará una revisión de salud sexual, urológica, vascular… y, además, investigará si cabe la posibilidad de que el paciente tenga un cáncer de próstata, un tumor que, en general, es asintomático.
“Los síntomas específicos son los que se presentan cuando la enfermedad está ya avanzada: dolor óseo o inflamación por obstrucción de ganglios linfáticos. Específicamente, la enfermedad localizada o localmente avanzada no tiene síntoma. Estos vienen derivados del crecimiento o inflamación del tejido prostático, es decir, por la hiperplasia o hipertrofia de la próstata, inherente al avance de la edad, pero no porque el cáncer produzca síntomas específicos”, explica.
Tratamientos
El doctor Martínez-Ballesteros reconoce que algunos hombres temen perder la erección a causa del tratamiento. Sin embargo, el abordaje actual del cáncer de próstata no necesariamente tiene un impacto funcional. “Hoy en día, utilizamos cirugía robótica, terapia focal y técnicas de radioterapia intervencionista que son mucho más conservadoras con la función sexual y la continencia”.
En concreto, la electroporación irreversible (IRE) es una técnica ablativa no térmica que destruye las lesiones tumorales mientras preserva estructuras anatómicas sensibles, como vasos sanguíneos y vías biliares. De este modo, permite hacer ablaciones focalizadas en casos muy seleccionados con un mínimo impacto funcional, en comparación con otras terapias de energía.
“Estamos siguiendo los pasos del cáncer de mama, donde existen tratamientos focales desde los años 90, por lo que la terapia focal en cáncer de próstata va a seguir creciendo. El paralelismo con el cáncer de mama es recomendable tanto para ir al médico como para desmitificar el impacto funcional de los tratamientos”, concluye el doctor Martínez-Ballesteros.
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