Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se producen tres millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,3% de todas las defunciones. Los efectos de esta droga legal y social son igualmente importantes en el Estado, con 20.000 muertes anuales. Además de eso, el alcohol está detrás del 15% de los accidentes laborales en Euskadi. Estos datos, puestos de manifiesto por Susana Pedriza, enfermera del trabajo en IMQ Prevención con motivo de la conmemoración, el 15 de noviembre, del Día Mundial sin Alcohol, «deben llamar a la implicación colectiva, acordada y con políticas sociales, para instaurar medidas preventivas anteriores, siendo la población diana, los jóvenes».

Y es que el consumo de alcohol no es cosa de broma. En enero de este año, la Organización Mundial de la Salud estableció de manera categórica que cuando se trata del consumo de alcohol, no existe una cantidad segura que no afecte a la salud.

Tal y como recuerda la OMS, el alcohol es una sustancia tóxica, psicoactiva y que produce dependencia. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer lo clasificó hace décadas como carcinógeno del Grupo 1, el de mayor riesgo. El alcohol causa al menos siete tipos de cáncer, incluidos los tipos de cáncer más comunes, como el cáncer de intestino y el cáncer de mama femenino.

El etanol (alcohol) causa cáncer a través de mecanismos biológicos a medida que el compuesto se descompone en el cuerpo, lo que significa que cualquier bebida que contenga alcohol, independientemente de su precio y calidad, presenta un riesgo de desarrollar cáncer.

El riesgo de desarrollar cáncer aumenta sustancialmente cuanto más se consume alcohol. Los últimos datos disponibles indican que la mitad de todos los cánceres atribuibles al alcohol en la Región Europea de la OMS son causados por el consumo “ligero” y “moderado” de alcohol: menos de 1,5 litros de vino o menos de 3,5 litros de cerveza o menos de 450 mililitros de bebidas espirituosas por semana. Este patrón de consumo de alcohol es responsable de la mayoría de los cánceres de mama atribuibles al alcohol en las mujeres.

La OMS aclara: los posibles efectos protectores del consumo de alcohol, sugeridos por algunos estudios, están estrechamente relacionados con los grupos de comparación elegidos y los métodos estadísticos utilizados, y pueden no tener en cuenta otros factores relevantes.

Además, según la OMS, las pruebas actualmente disponibles no pueden indicar la existencia de un umbral en el que los efectos cancerígenos del alcohol se “activan” y comienzan a manifestarse en el cuerpo humano. Asimismo, no hay estudios que demuestren que los posibles efectos beneficiosos de un consumo ligero y moderado de alcohol sobre las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2 superen el riesgo de cáncer asociado con estos mismos niveles de consumo de alcohol para los consumidores individuales.

Consumo de alcohol y actividad laboral Según se recoge en la Guía para la implantación de un plan de prevención de adicciones en la empresa, editada por el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales (OSALAN), los efectos de las adicciones sobre las personas y su repercusión en sus capacidades constituyen un factor de riesgo en el medio laboral. El alcohol, como depresor del sistema nervioso central, provoca una disminución de la vigilancia y de los reflejos, pérdida de control, violencia, accidentes, comas etílicos y hepatopatías, entre las que se pueden citar la esteatosis hepática etílica, la hepatitis alcohólica y, en su grado más avanzado, la cirrosis etílica, enfermedad que no tiene cura y que es, en muchos casos, mortal.

Susana Pedriza, enfermera del trabajo en IMQ Prevención señala que «en el ámbito laboral, el consumo de alcohol desencadena accidentes del trabajador y/o de los compañeros, absentismo, retrasos, baja productividad, disminución de la concentración, conductas problemáticas, expedientes, despidos, etcétera». Además, una persona categorizada como “bebedora excesiva” tiene, en general, el doble de ausencias por enfermedad y el triple de días por enfermedad común, y pierde, de media, unos 45 días de trabajo al año.

«Para que un plan de prevención en el ámbito laboral sea útil y eficaz, ha de ser consensuado por todas las partes: trabajadores (representantes, comité de empresa), servicio médico y la empresa. Será efectivo si existe un compromiso global. El objetivo es mejorar las condiciones de salud y seguridad de las personas trabajadoras, no perseguir ni sancionar», apunta la enfermera del trabajo de IMQ Prevención.

La Encuesta de Salud del País Vasco correspondiente al año 2013 pone de manifiesto que el consumo de alcohol de alto riesgo aumenta con el nivel de estudios, tanto para las mujeres como para los hombres.

En este sentido, el Observatorio Español sobre Drogas muestra en su estudio del periodo 2007-2008, en un módulo específico dirigido a la población laboral, que el consumo de alcohol diario como consumo de alto riesgo (>50 cm3/día) en los hombres es mayor entre los directivos/profesionales. En las mujeres, las diferencias por actividad son menores y no se encuentran diferencias significativas por edad, nivel educativo, estado civil o país de origen, salvo en trabajadoras manuales cualificadas, que consumen significativamente menos alcohol que las directivas y profesionales.

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