•El brote puede tener un impacto más dramático aún en los países y comunidades que ya están en una situación difícil, como Siria o los refugiados y migrantes. 

 Hasta 159 países o territorios están afectados en todo el mundo por el COVID-19. El virus no entiende de fronteras, pero no todos los lugares están preparados de la misma manera para afrontar una crisis sanitaria de estas características.  Por ello, UNICEF sigue trabajando con sus aliados y con los gobiernos para frenar la transmisión del virus y proteger a los niños y sus familias. En una situación en la que el número de casos cambia continuamente, se pone a prueba la capacidad de los sistemas de salud. Dado que el 16% de los hospitales y centros de salud de todo el mundo no tienen instalaciones de lavado de manos, una respuesta adecuada para frenar la transmisión del virus y atender a los enfermos es un reto difícil de alcanzar.En África Subsahariana, por ejemplo, un 63% de la población de las zonas urbanas, unos 258 millones de personas, carecen de acceso a instalaciones para lavarse las manos. Un 47% de los sudafricanos que viven en zonas urbanas, o, lo que es lo mismo, 18 millones de personas, carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos en su hogar. “Esto es especialmente preocupante en los países con sistemas de salud ya frágiles antes de la llegada del virus”, explica Blanca Carazo, responsable de Programas de UNICEF España. “En esos lugares donde ya sufren carencias en las infraestructuras, equipamientos y personal médico, puede ocurrir que, ante otras enfermedades, la atención médica no esté disponible o que se interrumpan servicios esenciales como las vacunaciones. También nos preocupa el efecto que pueda tener el COVID-19 en niños y niñas debilitados por la desnutrición, el VIH o las enfermedades respiratorias”.  Nos preocupa especialmente el impacto psicológico de esta crisis sobre los niños y sus familias, así como el aumento de la estigmatización de determinados grupos y etnias asociados con la enfermedad. Durante estos momentos tan complicados, es fundamental no estigmatizar a grupos vulnerables y no difundir informaciones que fomenten el racismo o la xenofobia.  “La situación es muy difícil y estresante para todos, y esta emergencia es particularmente complicada porque la estamos sufriendo en primera persona. Todos nos estamos viendo afectados por las medidas de aislamiento o el cierre de escuelas, y nos enfrentamos a semanas muy duras. Pero en países como Siria, que lleva 9 años de guerra; en lugares como Moria, en Grecia, donde los refugiados y migrantes se hacinan; o en países africanos cuyos sistemas de salud no están preparados para responder a un brote como este, el impacto puede ser dramático”, afirma Javier Martos, director ejecutivo de UNICEF España.   UNICEF sigue en contacto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros aliados para desarrollar planes de contingencia en estos países. Además, la organización continúa con los programas para reforzar los sistemas nacionales de salud; esto incluye la formación de profesionales sanitarios, equipamiento médico, y provisión de agua y electricidad para hospitales y centros de salud.  Además de las consecuencias sobre la salud de las personas y los sistemas sanitarios, el brote del COVID-19 está repercutiendo en otras áreas, como la educativa. El cierre de escuelas y universidades en muchos países ha dejado sin clases a más de 770 millones de estudiantes de todos los ciclos educativos. Esta circunstancia, como ocurre en todas las situaciones de emergencia, afecta especialmente a los más vulnerables: en países como el nuestro pone de manifiesto la brecha digital, ya que los niños y niñas de los hogares más pobres no disponen en muchas ocasiones de las plataformas digitales a través de las cuales los educadores están impartiendo sus clases o compartiendo los materiales docentes; y en países en vías de desarrollo complica aún más el acceso a la educación de millones de niños y niñas. “Nuestra experiencia nos dice que el cierre de escuelas tiene consecuencias adversas para el bienestar y aprendizaje de los niños, especialmente en los países y comunidades más vulnerables”, recuerda Carazo. “Por eso es necesario que existan planes alternativos que garanticen la continuidad de la educación”.  Junto a la OMS y Cruz Roja Internacional, UNICEF ha elaborado y distribuido una guía para ayudar a proteger del virus a los niños y escuelas que permanezcan abiertas en otros países. Además, estamos apoyando a los Ministerios de Educación con pautas, programas y materiales para facilitar el aprendizaje a distancia, bien sea online o a través de programas de radio y televisión.  Notas para los editores: UNICEF ha hecho un llamamiento de fondos por valor de 42,3 millones de dólares (37,8 millones de euros) para ampliar la respuesta al brote del COVID-19 y apoyar los esfuerzos globales para contenerlo. Fomentamos el lavado de manos en 90 países, una labor más necesaria que nunca, como hábito esencial para prevenir enfermedades que afectan a la infancia.  En la página www.unicef.es hay disponibles diferentes artículos y noticias sobre cómo ayudar a los niños a sobrellevar el estrés o cómo establecer rutinas durante los días de aislamiento.  

Porque la salud es lo que importa…Pon #saludentuvida

 

11 Replies to “COVID-19: los países con sistemas sanitarios frágiles no están preparados para responder a una crisis como esta 

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