Eduard Viota, investigador del CIBERSAM, reconoce que en pocos años habrá medicamentos más efectivos y “que se tomarán durante menos tiempo”

Nekane Lauzirika vía #elmedicointeractivo

«Entre dos y cinco años dispondremos de potentes y efectivos fármacos para la depresión que evitarán que los pacientes tengan que estar medicados años y años; supondrán una revolución para estos pacientes”, explica a EL MÉDICO INTERACTIVO el doctor Eduard Viota, jefe de servicio de psiquiatría y piscología del hospital Clínic de Barcelona e investigador en el Centro de Investigación de la Red de Salud Mental (CIBERSAM).

El doctor Viota, al hilo de la conmemoración hoy, 13 de enero, del Día Mundial de Lucha contra la Depresión, repasa la situación actual de la enfermedad y los espectaculares avances para el tratamiento de esta enfermedad altamente discapacitante. “Hay medicamentos en ensayos clínicos con resultados extraordinarios”, reconoce visiblemente esperanzado.

¿Qué pasa en la sociedad para que la depresión, que tendría que ser anecdótica, sea casi omnipresente?

La depresión es importante porque es una patología muy discapacitante, aunque no lo pueda parecer. Nos hemos vuelto menos resilientes con el paso del tiempo, quizá por el estilo de vida que tenemos, porque ahora la gente tiene menos hijos, muchos son hijos únicos y se les protege en exceso. En general, somos más vulnerables y sensibles al estrés, aunque nos ocurren cosas graves con menos frecuencia.

No hace muchas décadas, la gente se moría de golpe o las mujeres por parto; estaba más asumido. Ahora eso no ocurre, pero nos estresamos más. Hay también una parte de depresiones que forman parte de patologías mentales más graves que se expresan como una depresión, pero que sostienen sobre todo factores genéticos y otros factores que también son relevantes. Para las depresiones comunes hay factores comunes como los estilos de vida que nos hace más vulnerables, a pesar de que estamos mejor que hace 20, 30 o 50 años.

Abundando en esto, ¿a quién afecta más la depresión; a menores de 30 o mayores de 60 años?

Afecta mucho más a la gente mayor porque el tener más enfermedades es un factor de riesgo psicológico y eso es mucho más común a partir de los 60 años que antes. Y también influye la soledad y el estilo de vida que tenemos. Es verdad que hay depresiones antes de los 30 e incluso en niños, pero estas tienen más peso genético y biológico; en las depresiones de los mayores los factores de mayor peso son las enfermedades orgánicas, la soledad y otros problemas sociales.

¿Por qué aumenta entre los jóvenes?

Habría que ver el tipo de depresiones que son, porque el abanico es muy amplio. Están las graves, los casos extremos en los que la gente se hace todo encima y no sale de la cama, hasta aquellas en las que el paciente se encuentra un poco desmoralizado. También ha habido una pandemia de por medio y hay aspectos de nuestra sociedad que hacen que la gente sea más vulnerable a nivel mental.

En ocasiones, lo que te hace madurar es el infortunio y las desgracias, aunque, por suerte, se dan menos. Por otro lado, tenemos un estilo de vida muy exigente, muy antinatural; la mayoría de las personas vivimos en las ciudades, un entorno biológicamente extraño, porque no es para lo que estamos preparados como animales que somos. Además, tenemos un nivel de exigencia, tanto en el estudio como en el trabajo muy competitivo que nos hace vivir de esta manera tan antinatural.

¿Qué actuaciones se tendrían que llevar a cabo en jóvenes?

Hay muchas cosas que hacer, por una parte, no estigmatizar y, por otra, evitar el victimismo e incidir más en la educación de regulación emocional, para que sean más maduros y toleren más la frustración. Es un trabajo de la escuela, pero también de los padres. Y como no se educa a los padres para que sepa cómo enseñar a dormir a los niños, porque no duermen bien, o a tener autoridad en casa, porque van cansados, se acumulan un montón de factores sociales, psicológicos, y algunos biológicos, que hacen que estemos en una sociedad que por una parte vive mejor, pero está peor de salud psicológica. Es una paradoja.

Al tratar el origen de las enfermedades mentales, como la depresión, ¿son de origen genético o más bien de origen medioambiental?

Todas tienen una parte genética y ambiental, pero dentro de la depresión hay subtipos que son muy genéticas y muy ambientales. Los especialistas sabemos distinguirlos, pero la gente no. Cuando una persona se deprime siempre lo atribuye de forma directa a su entorno, al trabajo que es muy estresante, a que se ha separado o a que se le ha muerto alguien importante en su vida. Puede ser verdad, pero puede ocurrir que eso solo explique un porcentaje muy pequeño de las causas de esa depresión. La gente no conoce nada los factores genéticos, pero entre un 30 y un 50 % de las causas de la depresión son genéticas, lo cual no significa ningún determinismo.

¿En qué tratamientos se avanza más, en los conductuales o en los medicamentos?

En todos, aunque se invierte mucho más en medicamentos porque son iniciativas empresariales farmacológicas. En cambio, en psicoterapias existe un circuito distinto, los psicoterapeutas son profesionales individuales, no tienen detrás una multinacional. Se avanza en todo, pero en psicoterapias menos, al haber menor incentivo económico. En fármacos para la depresión ahora mismo hay avances muy importantes.

¿Por ejemplo?

Hay medicamentos en ensayos clínicos con resultados espectaculares; todavía no están aprobados, pero esto va a llegar pronto y pienso que será una revolución, porque son fármacos con acción más rápida y mucho más drástica de lo que tenemos hasta ahora; los actuales no están mal, pero los próximos serán más potentes, más efectivos y se tendrán que tomar durante mucho menos tiempo; no habrá que estar tomando pastillas años y años.

¿Serán más efectivos y más sencillos de tomar?

Sencillos no, porque habrá que tomarlos en el hospital, pero sí que serán más efectivos y no habrá que tomarlos durante tanto tiempo. El paciente tendrá que ir a controlarse a un hospital de día para un tratamiento y estar unos días o volver durante unas semanas y luego podrá irse para casa.

También se está avanzando mucho en técnicas de neuromodulación cerebral, que son técnicas no invasivas, de estimulación del cerebro, pero que no comportan cirugía invasiva; hasta ahora se hacía como en el párkinson, con estimuladores que había que introducir en el cerebro, pero ahora se hacen técnicas transcraneales que no precisan hacer nada que sea invasivo.

En esto se evoluciona extraordinariamente  y será fuente de mejora. Pero vuelve a ser algo que requiere de una intervención sofisticada; no se puede dar en un centro de Primaria. Por eso, la posibilidad de que estos tratamientos sofisticados que están saliendo se puedan diseminar para toda la población con depresión es un reto, porque no son cosas que se puedan hacer en un centro de AP.

¿Qué efectos secundarios pueden tener?

Los nuevos fármacos que llegarán lo que tendrán de bueno es que los efectos secundarios solo se tendrán en el momento de la ingesta. Y como se toman muy pocas veces, porque pronto mejoras y ya no hace falta, no estás tomando pastillas durante dos o tres años y sufriendo efectos secundarios todos los días; sufrirán los efectos el día que vayan al hospital y luego ya se le pasará. Tienen muchas ventajas.

¿Para cuándo estarán aprobados?

Tardarán un poco todavía. Ya hay varios, cinco o seis, pero habrá que esperar entre dos y cinco años. Creo que serán una auténtica revolución, aunque todavía es arriesgado decirlo porque están en fase II y fase III y puede que alguno se caiga en el camino traslacional, bien porque presente algún efecto adverso y no se comercialice, bien porque no sea tan bueno como prometía. Esto se descubre en las fases más tardías. Ahora la mayoría están en fase II y la experiencia por ahora es muy esperanzadora.

¿Hay otras terapias, por ejemplo, génicas ya en estudio o en expectativa?

Eso es prematuro; el último estudio grande de la genética de la depresión publicado hace dos años encontró 350 genes implicados en la depresión con un efecto pequeño. Si fuera como la enfermedad de Huntington u otras patologías como el alzhéimer donde está implicado un solo gen, igual habría más posibilidades de que con una terapia génica se pudiera sustituir la proteína que se produce anormalmente, pero en Psiquiatría es difícil, porque suelen ser muchas dianas, muchos genes. Eso sí que a día de hoy es ciencia ficción.

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