• Dejar de respirar entre ronquidos puede durar desde diez segundos hasta algunos minutos y puede repetirse, en los casos severos, más de 30 veces en una hora.

•La consecuencia de esta falta de descanso es la somnolencia diurna que puede provocar accidentes de tráfico o laborales.

 •Los tratamientos varían de los casos leves, dónde basta adoptar hábitos saludables, a los casos severos en los que los pacientes necesitan una  dormir con una CPAP (presión positiva continua en la vía aérea).

Mañana 17 de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño, este año bajo el lema “Dormir profundamente nutre la vida”, al amparo de la Asociación Mundial de Medicina del Sueño, WASM por sus siglas en inglés. Este evento anual se dedica a la promoción de un sueño saludable y a hacer un llamamiento a la acción sobre temas importantes relacionados con el sueño. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) se suma a esta celebración y recuerda la importancia de diagnosticar y tratar el síndrome de las apneas-hipopneas del sueño (SAHS), el más frecuente de los trastornos respiratorios que se producen mientras dormimos.

Los neumólogos calculan que una cuarta parte de la población española podría sufrir apnea del sueño, pero debido a un elevado infradiagnóstico solo se trata entre un 5 y un 9% de la población afectada. “El número creciente de visitas en los servicios de neumología relacionados con la apnea del sueño se deben a una mayor sensibilidad hacia esta patología por parte de otras especialidades médicas y de la Atención Primaria”, explica el Dr. Carlos Egea, coordinador del Área de Sueño de SEPAR, “y también a una mayor demanda de los pacientes que poco a poco conocen mejor esta enfermedad y requieren un mejor diagnóstico y posterior tratamiento”.

La apnea del sueño o SAHS es un trastorno respiratorio que tiene lugar durante el sueño y se debe a la repetida obstrucción o colapso de la vía aérea superior. La apnea se define como una interrupción temporal de la respiración de más de diez segundos de duración, aunque puede llegar a varios minutos. Esto provoca un colapso, bien mediante la reducción (hipopnea) o bien mediante la detención completa (apnea) del flujo de aire hacia los pulmones. Se considera síndrome de apnea del sueño cuando las paradas respiratorias se producen al menos 30 veces en una hora.

Los neumólogos calculan que una cuarta parte de la población española podría sufrir apnea del sueño.

Sin embargo, un estudio publicado en la revista Lancet considera que ya es síndrome de apnea relevante una cadencia de 15 paradas la hora. “Basándonos en esta consideración”, especifica el Dr. Egea, “se doblaría el porcentaje de varones adultos afectados llegando al 40% y en torno al 20% de las mujeres”. La respiración recupera la normalidad con un ronquido fuerte o con un sonido gutural que puede incluso despertar a la persona afectada impidiendo un sueño continuado. Roncar en exceso y la somnolencia durante el día son señales que alertan de la apnea del sueño

“Los pacientes afectados por la SAHS se mantienen en una fase de sueño superficial sin lograr llegar a un sueño profundo, que es cuando nuestro organismo realmente descansa, y sienten los efectos de la falta de un sueño reparador”, dice el Dr. Egea. “Este descanso inefectivo provoca fatiga, pérdida de concentración, somnolencia diurna e irritabilidad. Todo ello puede tener como consecuencia mayor siniestralidad laboral o de accidentes laborales y de tráfico”. De hecho la Dirección General de Tráfico estima que hasta 3.500 conductores se han visto implicados en accidentes motivados por las distintas patologías del sueño. En concreto la apnea del sueño llega a triplicar el riesgo de tener un accidente en carretera. También son muy importantes los efectos físicos derivados de la hipoxia, la bajada de los niveles de oxígeno en sangre y en otros órganos debido a las paradas respiratorias.

Estos efectos se relacionan con enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial, la trombosis cerebral, la angina de pecho o el infarto de miocardio, y más recientemente con una mayor asociación al cáncer. En los casos de apnea relevante, se aconseja el tratamiento con un aparato de presión positiva continua en la vía aérea, CPAP por sus siglas en inglés. Este dispositivo se utiliza mientras se duerme y mediante una mascarilla “sopla” aire a presión positiva y continua por lo que las vías respiratorias se mantienen abiertas y no se producen paradas respiratorias. El tratamiento con CPAP, si bien no es curativo, tiene un 98% de eficacia pero necesita de un periodo de adaptación para acostumbrarse a dormir con la mascarilla. Si este tratamiento no es tolerado existen alternativas, como los dispositivos intraorales.

Los factores de riesgo de la apnea del sueño son el sobrepeso, la edad, el tabaco, el consumo de alcohol en las horas vespertinas, los sedantes y los tranquilizantes.

Los factores de riesgo de la apnea del sueño son el sobrepeso, la edad, el tabaco, el consumo de alcohol en las horas vespertinas, los sedantes y los tranquilizantes. “Es por esto que para prevenir este trastorno respiratorio es básico adoptar hábitos saludables como una dieta equilibrada, evitar el sobrepeso, hacer ejercicio físico de forma regular, abandonar el tabaco y evitar el alcohol”, recomienda el Dr. Egea. El paciente tipo suele ser un varón con sobrepeso, roncador y mayor de 65 años. Aunque el síndrome de apnea del sueño también afecta a las mujeres, especialmente a partir de la menopausia.

Según datos del Libro Blanco de la Neumología en España publicado por SEPAR existe un crecimiento importante de la actividad entorno al sueño y se refleja en que casi un 80% de los servicios de neumología disponen de unidades del sueño como tales. Según el mismo libro, los trastornos respiratorios del sueño, junto la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el asma, son las patologías respiratorias más habituales en la consulta de los especialistas en neumología. Estas enfermedades impactan de forma muy importante en la población ya que reúnen características de una alta prevalencia en la comunidad, producen una alteración y la calidad de vida del paciente y presentan un carácter crónico y progresivo.

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