• «Los tumores son la tercera causa de muerte en la infancia (014 años) y representan el 13% de la mortalidad en este grupo de edad, pero con un diagnóstico temprano el  70% de los cánceres infantiles son curables», asegura Itziar Astigarraga, responsable de la Unidad de Oncología infantil del Hospital Universitario de Cruces.

•En la primera mitad del año 2015 se han diagnosticado 29 nuevos casos de cáncer en niños y adolescentes menores de 18 años en  Cruces, casi la mitad de los que se diagnosticaron en 2014.

•Los tumores más frecuentes son las leucemias, que representan alrededor de un tercio de todos los casos, los tumores cerebrales y los linfomas.  

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Itziar Astigarraga, jefa del Servicio de Pediatría y responsable de la Unidad de Oncología Infantil del Hospital Universitario de Cruces (Foto Nerea Garay)

En julio llegaron a los hospitales universitarios vascos de Cruces, Basurto y Donostia seis superhéroes para ayudar a niños y niñas con cáncer. Los tres centros se sumaron así a los once de otras tantas Comunidades que cuentan ya con el proyecto “Porción de Héroes” Los protagonistas del proyecto: Muchacho Invisible, Chica Fuego, Guapo Kinético, Señorita Muralla, Chico Elástico y Linda Rayo son los personajes que acompañarán a los menores durante su tratamiento con quimioterapia en estos tres centros, “prestándoles sus superpoderes” para vencer al “villano” cáncer. Con tal motivo, SALUDENTUVIDA entrevistó a la doctora  Itziar Astigarraga, Jefa del Servicio de Pediatría  y responsable de la Unidad de Oncología infantil del Hospital Universitario de Cruces quien se refirió a lo acertado de la iniciativa “Porción de Héroes”, al tiempo que subrayó que “Los verdaderos héroes son los niños y niñas que están aquí luchando contra esta enfermedad tan dura como es el cáncer”, reconoció

¿Cuáles son los cánceres más comunes en niños?

Las leucemias. Suponen alrededor de un tercio de los tumores que aparecen en la edad pediátrica. Si consideramos todos los tipos de cánceres, los que se cogen a tiempo y los que aparecen en etapas avanzadas se pueden curar entre el 75-85%.

Trabajar con niños con cáncer es duro. ¿Llega a acostumbrarse a ver tanto sufrimiento?

Es muy duro, pero son los niños con cáncer los que te dan una auténtica lección de vida. Por lo general viven la enfermedad con alegría y realmente son ellos los que nos alegran mucho el día a día en el hospital; estos pequeños pacientes con su fuerza de voluntad y su ánimo contribuyen a que la tolerancia de los tratamientos sea mucho mejor por la  disposición que tienen a pesar de su edad. Son un ejemplo para los adultos.

¿Quiénes llevan peor la enfermedad?

Los adolescentes. Son los que más sufren Por eso es importante que se les trate en la unidades pediátricas para que tengan también apoyo psicológico y se vean con otras personas y se contagien también de la alegría de los niños pequeños. Así es más fácil.

¿Las unidades pediátricas de los hospitales vascos como el de Cruces son un ejemplo dentro del Estado?

Yo creo que sí. Llevamos muchos años dándole prioridad y el impulso de hace unos dos o tres años fue el colofón. Fue cuando empezamos a incidir más en los aspectos emocionales de los niños para que tuvieran más apoyo psicológico; más actividades de entretenimiento. Además colaboramos mucho con las Asociaciones de Pacientes, e intentamos que la estancia en el hospital sea lo más confortable y agradable posible con todo el soporte humano preciso. Por eso hemos intentado formar a los profesionales de la pediatría no solo en aspectos técnicos, sino también en las relaciones con las familias de los pacientes, que sepan ayudarles; que todos esos temas a nivel emocional sean más fáciles y podamos apoyar mejor a las familias.

¿Hasta qué edad suelen estar en la Unidad pediátrica?

Hasta los 17 años; al cumplir 18 van a las Unidades de adultos con los nuevos casos. Cuando nosotros diagnosticamos a un adolescente de 16 o 17 años intentamos completar el tratamiento y luego buscamos coordinarnos con el equipo de adultos, incluso más allá  de los 18 años.

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La doctora reconoce que lo más duro es el trato con adolescentes porque te das cuenta que son los que más sufren (foto Nerea Garay)

¿Cuál es la media de estancia en el hospital?

En la mayoría de los casos intentamos que no ingresen; les ponemos la quimoterapia en el Hospital de Día específico para niños con cáncer. Allí les hacemos los estudios pertinentes. Las estancias varían mucho según los tumores. En las leucemias, al principio sí tienen que estar bastantes semanas ingresados  También se alargan las estancias en el segundo tumor más frecuente: el cerebral. En estos casos es necesaria una intervención quirúrgica en el cerebro que hace que las estancias se extiendan durante semanas.  Pero hacemos todo lo posible para que estén en el Hospital el menor tiempo posible y puedan llevar el tratamiento en su casa.

Para ello cuentan también con el Hospital a Domicilio Pediátrico.

Sí. Algunos de los niños con cáncer cuando necesitan antibióticos o tienen alguna complicación de la enfermedad, aunque no sea por quimioterapia, nos coordinamos con el equipo para que estén en su domicilio con nuestro apoyo pero con visitas del equipo de hospitalización a domicilio.

¿Cómo profesional qué le resulta lo más duro?

El trato con los adolescentes porque te das cuenta que son los que más sufren. Pero aún más duro es cuando vemos que ya no tenemos opciones de curación. Cuando observamos que la medicina no tiene ya más opciones y debemos de pasar a cuidados paliativos. Sabiendo que se va a ir, tenemos que seguir  cuidándole para que tenga la mejor calidad de vida posible en el poco tiempo de vida que le quede.  Eso es muy triste. Y a lo largo de la vida lo vas acumulando; hemos perdido a tantos niños tan especiales que nos cuesta asimilarlo.

¿Los profesionales que atienden a estos pacientes tienen cuidados  especiales?

Aunque no está protocolizado, en el  equipo de oncología infantil hacemos una reunión mensual de todo el personal en la que comentamos un poco las dificultades y  compartimos tanto los aspectos técnicos como los psicológicos, o sociales. Disponemos también de una psicóloga que nos apoya; es también una ayuda para nosotros. E intentamos contagiarnos un poco de la fuerza de los niños que hace que nuestro trabajo no sea triste. Luchamos por  su curación que, afortunadamente, lo conseguimos en la mayoría de los casos.

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