• Una investigación de la UPV/EHU analiza los datos obtenidos en un programa terapéutico de ejercicio desarrollado en Vitoria-Gasteiz entre el 2000 y el 2012.
• Los objetivos del programa terapéutico de ejercicio eran mejorar los síntomas de diferentes enfermedades crónicas, como patologías de aparato musculoesquelético, diabetes tipo 2, hipertensión y obesidad, prevenir enfermedades degenerativas y reducir los factores de riesgo.
Una investigadora de la Facultad de Educación y Deporte de la UPV/EHU ha verificado que la actividad física aporta mejoras inmediatas a enfermos crónicos adscritos a un programa de ejercicio físico. Para ello, ha realizado un análisis retrospectivo del programa terapéutico de ejercicio llevado a cabo por el Dr. Zunzunegui entre los años 2000 y 2012 en el Centro de Medicina Deportiva de Mendizorroza con el objetivo de mejorar los síntomas de diferentes enfermedades crónicas y reducir los factores de riesgo, así como de dar a conocer los beneficios que tiene la actividad física en sus enfermedades a los colectivos con patologías crónicas.
La investigadora Irantzu Ibañez ha basado su investigación en el trabajo realizado por el ya fallecido Dr. Zunzunegui en el Centro de Medicina Deportiva de Mendizorroza de Vitoria-Gasteiz durante el periodo comprendido entre 2000 y 2012. El objetivo principal del estudio de Ibañez ha sido recopilar los datos que durante todos estos años recogieron el doctor Zunzunegui y su equipo y hacer una evaluación del programa para ver si fue efectivo o no.
Los objetivos generales del programa terapéutico de ejercicio, puesto en marcha por el doctor Zunzunegui, eran mejorar los síntomas de diferentes enfermedades crónicas, como patologías de aparato musculoesquelético, diabetes tipo 2, hipertensión y obesidad, prevenir enfermedades degenerativas y reducir los factores de riesgo, mejorar la salud y la calidad de vida y promover una vida sana y activa. La duración del programa fue de nueve meses, y contaba con sesiones de una hora, que combinaban ejercicio aeróbico, de fuerza y flexibilidad, practicadas tres veces a la semana. Las variables analizadas en el estudio fueron las siguientes: altura, peso, perímetro de cintura, perímetro de cadera, flexibilidad de los músculos extensores del tronco, tensión arterial, frecuencia cardíaca y capacidad cardiorrespiratoria. Por otra parte, los participantes cumplimentaron unos cuestionarios para valorar su motivación y satisfacción al término del programa.
Mejora sobre todo la tensión arterial, la motivación y la satisfacción
En mediciones de tensión arterial post-ejercicio se confirmaron niveles ligeramente menores en comparación con las medidas realizadas en reposo, lo que demuestra que la actividad física tiene efectos reductores de la tensión arterial inmediatos y pone de manifiesto los efectos beneficiosos de periodos cortos de ejercicio.
Se observaron unos efectos mínimos en todas las variables relacionadas con la composición corporal, posiblemente por un estímulo de ejercicio insuficiente, por una baja adherencia al programa, por la ausencia en el control de la dieta, por un incremento de la masa magra, etc. Sin embargo, cabe destacar que las reducciones en tensión arterial ocurrieron independientes a los cambios en la composición corporal, lo cual evidencia la importancia de la actividad física aunque no se reduzca peso. Una vez pasados los nueve meses que duraba el programa, se observaron reducciones de 5 mmHg en la tensión arterial, lo que confirma el impacto positivo de la actividad física en la reducción del riesgo cardiovascular y de la mortalidad. «Prestigiosas investigaciones afirman que esta es una reducción muy significativa a la hora de disminuir diferentes factores de riesgo, sobre todo en gente hipertensa y con otras enfermedades», explica Irantzu Ibañez.
Por otra parte, detectaron cambios en la capacidad cardiorrespiratoria, pero estos fueron modestos, «aunque podrían ser importantes para ciertas personas afectadas por enfermedades graves», explica. A los tres meses de haber empezado el programa, apreciaron mejoras en la flexibilidad; «se trata de un cambio relevante, como importante contribución en la mejora de la funcionalidad», afirma la investigadora.
«El principal objetivo del programa era que la gente hiciese ejercicio físico y que aprendieran y entendieran que la actividad física es una herramienta muy valiosa para ellos, para controlar su enfermedad«, explica Ibañez. Para ello, en el marco del programa se organizaron diversos seminarios informativos en relación con la actividad física, con la alimentación, etc., con el fin de informar a los participantes. Los participantes, asimismo, «afirmaban sentirse muy contentos con los programas —añade—, así como que habían mejorado los síntomas de sus enfermedades y su calidad de vida».
«Está claro que la prevención es el camino —concluye la investigadora—, que la sociedad tiene que entender que es mejor prevenir que tratar, que es mucho más barato. Está más que demostrado que los programas preventivos a la larga son mucho más efectivos y baratos que el tratamiento. Por lo que es fundamental activar programas como este que puso en marcha el Dr. Zunzunegui, y que en su día fue suprimido».
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